Hacia la otra orilla...

01/02/1965 – 22/06/2024
En la vida comunitaria se distinguía por el gusto de compartir con todos… Se distinguió por ser un hombre piadoso y obediente, colaborador, no era conflictivo, sino de un trato muy agradable. En los inviernos fríos, esperaba a los seminaristas con una sopa caliente, que no solo aliviaba el frío, sino que también trasmitía el calor de su compañía hogareña. Con este tipo de detalles, el Padre Héctor hacía sentir a cada hermano, especialmente a los que estaban comenzando esta forma de vida, como parte de su familia.
(…) En su labor pastoral estuvo muy comprometido en el acompañamiento de las personas de la tercera edad, por eso hacía muchas referencias a las palabras de Santo Tomás de Aquino sobre el misterio de la fe: “Es evidente: ningún filósofo antes de la venida de Cristo, aun con todo su esfuerzo, pudo saber acerca de Dios y de las cosas necesarias para la vida eterna, lo que después de su venida lo sabe cualquier viejecilla por medio de la fe», y también citaba frecuentemente a San Buenaventura con las palabras que este dijo a Fray Egidio, quien, en su sencillez, le preguntaba cómo podría él salvarse careciendo de toda ciencia teológica… San Buenaventura le contestó: “Si Dios le da al hombre solo la gracia de poder amar, esto es suficiente; una viejita puede amar más a Dios que un maestro de teología”.
En la noche del 22 de junio, en la fiesta de los santos mártires ingleses Tomás Moro y San Juan Fisher, en el 4 aniversario del sensible fallecimiento del padre nigeriano Francis Enyi O.M.D, y en las primeras vísperas del domingo XII del tiempo ordinario, siendo aproximadamente las 21:30 horas de la noche en el Hospital Clínico de la Pontificia Universidad Católica, nuestro hermano Héctor cerró sus ojos a este mundo en una serena paz y tranquilidad para abrirlos nuevamente ante el Padre Dios.
Precisamente el evangelio de este domingo (Marcos 4,35-40) versaba sobre la invitación de Jesús a sus discípulos a pasar a la otra orilla. Así el Señor, en esta noche invitó a su hijo y discípulo P. Héctor a pasar a la otra orilla.
✔ Después de ser ordenado sacerdote, el padre Héctor fue destinado a colaborar con la parroquia Nuestra Señora de La Asunción, en Quinta de Tilcoco, tras la muerte del padre Fernando Guzmán Guerra O.M.D. Luego prestó servicios pastorales en las siguientes comunidades: parroquia San Lázaro en Santiago (Párroco); parroquias Nuestra Señora del Carmen de Rancagua y Nuestra Señora de Guadalupe (Vicario parroquial); parroquia Nuestra Señora de la Asunción, en Quinta de Tilcoco (Párroco); y en Casa de formación de San Juan Leonardi.
✔ Ante la muerte del Padre Alceste Piergiovanni O.M.D, la Orden le pidió asumir los servicios en el Hogar de menores ICYC. Fue Vicepresidente de la Fundación Colonias y Campamentos y sirvió como capellán en nuestro colegio La Primavera.
✔ También fue consejero de la Delegación y acompañó especialmente a diversos grupos y comunidades piedad, como la Legión de María, grupos de oración y la Pastoral del Adulto mayor.