Somos un instituto de vida consagrada...
… llamado a glorificar a Dios a través de la vida comunitaria, asumiendo el estilo propuesto por el Evangelio, encarnándolo en la propia existencia con el anuncio del Reino y respondiendo cada día, a través de la reforma permanente, al llamado de testimoniar a todos los hombres y mujeres la vida que proviene de Cristo Resucitado.
Cada miembro de nuestra familia religiosa...
… siguiendo el ejemplo de nuestro Padre Fundador, San Juan Leonardi, busca cada día hacer realidad la perfecta caridad evangélica, especialmente a través de la obediencia a la Iglesia, el amor a la Eucaristía, la devoción a la Madre de Dios y la observancia a nuestras Constituciones y Reglas, traducción práctica del Evangelio.
Dicen nuestras Constituciones (n.1):
“La Orden de los Clérigos Regulares de la Madre de Dios, que el Espíritu Santo suscitó en la Iglesia por obra de San Juan Leonardi, propone como fin la santificación de sus propios hijos y el generoso servicio de las almas, mediante la profesión de los consejos evangélicos y de la vida común, en la pronta disponibilidad a los carismas del Espíritu”. Nuestro carisma se condensa en la máxima Santos para santificar.
Nuestro apostolado
Dicen nuestras Constituciones (n.3): “Los Religiosos Leonardinos en su servicio apostólico y en la Iglesia, se dedican al anuncio de la Palabra de Dios, a la catequesis, a la administración de los sacramentos (sobre todo de la Eucaristía y de la Reconciliación), la difusión del culto mariano y a otros ministerios según las exigencias de los lugares”.